Describe tu actividad
En Romo Telecom hemos evolucionado desde una clásica empresa de telecomunicaciones -instalando antenas de televisión y videoporteros analógicos- hacia lo que hoy llamamos soluciones digitales integrales. Aunque seguimos con los servicios tradicionales (ahora modernizados con tecnologías como llaves de proximidad), nuestro enfoque actual está en desarrollar sistemas IoT, sensórica avanzada y aplicaciones para smart cities.
Pero ojo, lo de “smart cities” es un término que personalmente ya me chirría. Parece sugerir que antes las ciudades eran tontas y que las futuras serán más listas por arte de magia. La realidad es más compleja: implementamos tecnología donde aporta valor real, no por moda. Desde sistemas de seguridad para yacimientos arqueológicos hasta monitorización en residencias de mayores, siempre buscamos resolver problemas concretos.
¿Cómo surgió la idea para montar la empresa?
Nuestra historia es un ejemplo de adaptación continua. La empresa original, Antenas Romo, fue fundada hace más de 50 años por el padre de Juan Carlos Torralba. Cuando Juan Carlos tomó el relevo hace 37 años, recondujo el negocio hacia las telecomunicaciones. No fue un cambio radical, sino una evolución natural. Hoy seguimos instalando antenas, pero ahora son sistemas digitales integrados. Lo interesante es cómo hemos ido incorporando capas tecnológicas: desde control de accesos hasta sensores ambientales, siempre manteniendo ese conocimiento práctico de toda la vida.
¿Cuáles son los retos más significativos a los que se enfrentan las ciudades y qué soluciones aporta vuestra empresa?
El mayor obstáculo no es técnico, sino humano. Hemos desarrollado plataformas digitales completas que luego languidecen en el cajón, porque no las usan. Recuerdo un caso donde nos quejaban que “el sistema no funcionaba”, cuando en realidad meses sin ni siquiera iniciar sesión. Es frustrante.
Nuestro enfoque es pragmático: tecnología sí, pero con sentido común. Por ejemplo, con algunas personas mayores o dependientes usamos sensores discretos en microondas no para espiar, sino para detectar si los mayores mantienen sus rutinas alimenticias. La clave está en el “dato detrás del dato”: que no se use el microondas puede indicar desde depresión hasta problemas de movilidad.
Actualmente gran parte de las ciudades y entornos urbanos están lejos del paradigma de ser lugares sostenibles y eficientes. ¿Cuáles crees que son los temas por los que no se está apostando suficiente?
Hay soluciones obvias que se ignoran: locales comerciales vacíos que podrían convertirse en viviendas, cubiertas de edificios infrautilizadas que podrían albergar huertos urbanos, plantas fotovoltaicas o incluso nuevos espacios habitables como mobile home o similares… Pero el mayor déficit es de comunicación.
En un municipio querían instalar cámaras para disuadir a los grafiteros. Les propuse una alternativa: involucrar a los jóvenes dándoles pintura y espacio para murales legales. Así cuidarían “su” obra. No me llamaron, pero ilustra un principio: antes que tecnología, diálogo.
Otro ejemplo: la ubicación de contenedores. La gente protesta hasta que entiende que el camión de basura tiene limitaciones de giro y recogida lateral. Si se explicara esto desde el principio, habría menos conflictos.
Las ciudades se están convirtiendo cada vez más en polos de atracción para emprendedores y la creación de nuevas empresas. Pero ¿Crees que nuestras ciudades más cercanas lo son también? Si no es así, ¿Qué es lo que echas en falta?
El ecosistema emprendedor tiene un problema estructural: se fomenta empezar, pero no lo complejo que es mantenerse. Hay decenas de startups digitales, pero faltan perfiles técnicos esenciales.
En ciudades como Bilbao hay talento, pero la burocracia y el miedo al riesgo frenan la innovación. Hace falta más colaboración real entre administración, empresas y centros de formación.
En plena era de revolución tecnológica, ¿Qué importancia tiene para vosotros la gestión de los datos a la hora de mejorar la eficiencia de los servicios urbanos?
La ética es la piedra angular. Una misma tecnología -como el reconocimiento facial- puede usarse para control social en algunos países o para seguridad ciudadana aquí. La diferencia está en el marco legal y los controles.
Nosotros implementamos sistemas de análisis de matrículas para gestión de parkings, pero con salvaguardas claras: los datos se anonimizan, tienen plazos de conservación limitados y usos restringidos.
¿Qué opináis de los modelos económicos colaborativos que están surgiendo en las ciudades? ¿Se debería apostar más por ellos?
Los modelos colaborativos son necesarios, pero requieren regulación inteligente. El equilibrio está en normas que protejan sin asfixiar.
Donde realmente brillan estas iniciativas es a pequeña escala: huertos comunitarios, talleres compartidos, sistemas de cuidado vecinal…
¿Qué estrategias propondrías para combatir el envejecimiento poblacional?
Más que combatirlo, hay que gestionarlo. Los mayores son un activo infrautilizado: en Bilbao hay programas donde jubilados asesoran startups con su experiencia. Es win-win: ellos se sienten útiles, los emprendedores ganan conocimiento.
La soledad es el verdadero enemigo. En ciudades, instalamos sensores discretos en viviendas de mayores que alertan si no detectan movimiento en 48h. En pueblos, a veces basta con que el panadero avise si no ven a alguien recoger su pan. La tecnología debe adaptarse al contexto.
¿Qué propuestas de mejora harías para tu ciudad? ¿algún proyecto estratégico que vosotros creéis pudiera relanzar Bilbao? Si tenéis alguna idea que os gustaría compartir.
Podríamos dividirlo en tres frentes:
- Vivienda: Aprovechar los miles de metros cuadrados vacíos (locales, buhardillas) para crear viviendas asequibles con estructuras modulares. Un taller local ya desarrolla prototipos de casas de madera prefabricadas.
- Movilidad: Implementar sistemas dinámicos de aparcamiento que usen datos en tiempo real, no horarios rígidos.
- Participación: Crear plataformas donde los ciudadanos propongan mejoras concretas, no solo se quejen. Los niños, por ejemplo, tienen ideas brillantes sobre diseño urbano cuando se les pregunta bien.
Reflexión final
La tecnología es un medio, no un fin. Si detrás no hay personas, no sirve para nada. Hay que acompañar, formar, explicar, probar… y equivocarse también. Si no te equivocas, es que no haces nada. Y hay que tener imaginación. La imaginación no cuesta dinero, y muchas veces la solución viene desde abajo, desde lo colectivo. Lo que falta es menos miedo y más imaginación.
Romo Telecom es una de las empresas y entidades que forman parte de la Asociación Bilbao Urban & Cities Design, que surge como resultado de una intensa labor para crear una iniciativa en común, aprovechando la reputación de nuestros modelos de transformación urbana, formada por un grupo de profesionales y empresas en diferentes campos como el urbanismo, arquitectura, ingeniería, eficiencia energética, medioambiente, movilidad e innovación social.
El objetivo de la misma es el de agrupar a una serie de profesionales a modo de Think Tank, apostando por nuevos modelos de ciudades más inclusivos y sostenibles, así como por nuevos modelos de crecimiento y participación, y poder atraer proyectos urbanísticos con los que trabajar.
Y con sus empresas asociadas formar una Plataforma de Soluciones Urbanas con capacidad de dar respuesta a los retos actuales de las ciudades y entornos urbanos.
Bajo el lema de «Reimaginar, Repensar y Rediseñar Ciudades y sus Áreas Metropolitanas desde un punto de vista urbanístico, sostenible, económico, cultural y social», la Asociación cuenta una serie de servicios orientados tanto al ámbito local, como internacional.
Recent Comments